Hace un par de semanas, se conoció la noticia que el grandioso Michael Jordan está en “serias conversaciones” para vender su participación mayoritaria de su equipo de la NBA, los Hornets de Charlotte.
Sabemos de su extraordinaria carrera como basquetbolista, sin embargo, como dueño es otra historia. Desde el 2010 que compró a los Hornets de Charlotte:
Cuentan con un récord negativo, 418 ganados vs. 600 perdidos; la peor racha activa sin llegar a los playoffs en la NBA.
Han cambiado 5 veces de entrenador, mostrando falta de planeación y liderazgo.
Erraron en varias selecciones y movimientos en los Drafts; teniendo oportunidad de elegir jugadores estrella, como Damian Lillard y Devin Booker, prefirieron a otros.
En términos de negocio, será muy rentable su inversión… En el 2010, cuando compró su participación mayoritaria, el precio del equipo era de $287 millones de USD, hoy se estima cerca de $1.7 billones de USD. Sin embargo, no todo es dinero; Jordan se rindió y al parecer, está dispuesto a vender. En varias ocasiones, se le ha visto frustrado en los juegos.
Haber sido el mejor de todos dentro de la duela no es indicativo de que se puede ser el mejor fuera. Su ego acabó siendo su peor enemigo. Siempre tuvo la razón; formó un equipo de dirigentes que le decían SI a todo. Nadie cuestionaba a Air Jordan.
Además, encestar una canasta y lograr una clavada espectacular es muy diferente a buscar consensos en el equipo y crear una cultura en la organización. Cada rol requiere habilidades y destrezas distintas.
Cambiar de roles implica la evolución de nosotros mismos. Lo que sabíamos hacer no necesariamente nos funciona, debemos adaptarnos, evolucionar. Es decir, identificar que de lo que sabemos nos sirve para mantenerlo. Que no nos sirve para desecharlo y que nos falta para desarrollar. En el caso de Jordan quizás mantener su liderazgo y disciplina; desarrollar habilidades de negocio y sobre todo, desechar su ego.
¡Zapateros a tus zapatos! Debemos ocuparnos y atender en lo que somos buenos; así como reconocer nuestras habilidades para explotarlas y oportunidades para desarrollarlas. ¡Cuidado! Nuestro ego nos puede llevar a caminos equivocados.