Este fin de semana tuve la oportunidad de “debutar” como padre de familia; nació mi primer hijo. Curiosamente, al momento de esperar en el parto, navegando en Twitter (ahora “X”), llegué a un video, que brevemente me enseñó cómo educar a un hijo.
Como cada año, en estas fechas se celebra la Serie Mundial de Ligas Pequeñas en Williamsport, donde México, está representado por el equipo Municipal de Tijuana Little League.
Tras ir perdiendo contra Japón, el manager de la selección mexicana, Francisco Fimbres, aprovechó una pausa para hablar con su pitcher.
Para la sorpresa de muchos, Francisco no ingresó a regañar o culpar al lanzador de la situación, si no, a motivar y tranquilizar, para que los nervios quedaran de lado:
“Tú eres mejor, no pasa nada si pega home run, diviértete un ratito y quiero que sonrías, eres buen pitcher, eres mejor” fue el mensaje que recibió el jugador.
Tras llenar de confianza al niño, logró sacar a los japoneses de esa entrada.
¡Qué grande el manager! No por nada, en las redes sociales lo apodaron el “mejor del mundo”. Lejos del regaño y hacerlo sentir culpable, lo tranquilizó. Sobresaliente, sobre todo en esa edad. Un approach distinto a lo que se vive generalmente en la educación.
Hoy soy papá, pero también soy jefe, mentor y líder en mi organización. Es importante la comunicación efectiva entre las partes. Hay momentos y formas de llegarle a las personas, sobre todo en el feedback.
¿Qué ganaba el entrenador regañando al pitcher en ese momento? Nada; si tuvo un error o mejora en sus lanzamientos, se puede aclarar y trabajar en ello en un entrenamiento y sesiones privadas. En pleno partido, se buscaba tranquilizar. El líder tiene que detectar: “cuándo”, “dónde”, “quién” y “cómo” para transmitir su mensaje de manera efectiva.
Los castigos y gritos son cosas del pasado. Hoy las personas quieren escuchar cómo mejorar y detectar sus áreas de oportunidad. Humillar y culpar a alguien no es de un buen líder.
Así como Pancho Fimbres me dio una clase de como educar a mi hijo, ¿a ti que te dejó? ¿Cómo sueles dar retroalimentación a tus colaboradores, hijos y demás? ¿Sigues “regañando”?