Hace unos días varios medios de comunicación tenían una gran novedad: la NFL vendió NFL Network, RedZone y NFL Fantasy a ESPN, y a cambio recibió el 10 % de participación en la cadena deportiva más grande del mundo. Una operación valuada en más de $2,000 millones de USD que, más allá de las cifras, revela una lección de estrategia.
Estos dos gigantes, que podrían competir por la misma audiencia, decidieron unir fuerzas para multiplicar su valor:
ESPN gana acceso a contenido premium y juegos adicionales de NFL; justo a semanas de lanzar su programa de “streaming”.
La NFL se desprende de un “activo” que no supo manejar; asegurando distribución, alcance global y, sobre todo, voz en la mesa donde se toman decisiones clave.
Es el principio básico de lo que es una sinergia: cuando las fortalezas de uno compensan las carencias del otro, el resultado es más grande que la suma de las partes. Como dice un proverbio chino: “Un hilo débil, al unirse a otros, se convierte en una cuerda fuerte."
Pero hay algo más profundo en este acuerdo: cada quien sigue en lo suyo. La NFL no quiere convertirse en cadena de televisión, y ESPN no pretende organizar ligas deportivas. Cada uno se mantiene en su zona donde brilla. Porque, aunque a veces la ambición empuje a abarcarlo todo, la especialización sigue siendo una ventaja competitiva brutal. “Zapatero a tus zapatos” dicen por allí.
En un mundo que constantemente nos empuja a diversificarse, este acuerdo recuerda que enfocarse también es una estrategia. ESPN hará lo que mejor sabe hacer: contar historias, producir, distribuir y monetizar contenido. La NFL seguirá haciendo lo que nadie más puede: poner en el campo el mejor fútbol americano del planeta. Y juntos, llevarán ese producto a más pantallas, más idiomas y más mercados que nunca.
Quizá esta jugada maestra también sea un espejo para nosotros. En nuestras empresas, equipos o proyectos, muchas veces queremos ser todo para todos. Pero las alianzas más poderosas nacen cuando sabemos quiénes somos, qué hacemos mejor que nadie y encontramos a quién complementa exactamente eso.
Porque en los negocios, como en el deporte, no siempre gana el que más corre… sino el que sabe con quién correr.