¡Qué semanas han tenido los fanáticos de los Gigantes de Nueva York! No solo por ver a su exestrella, el corredor Saquon Barkley, brillar con las Águilas de Philadelphia, ni por la dolorosa derrota contra los Bucaneros de Tampa Bay este fin de semana, sino también por la controversial manera en la que se manejo la salida de Daniel Jones, su quarterback titular en los últimos años.
Tras una temporada para el olvido, con un récord de 2 victorias y 8 derrotas hasta la semana pasada, el equipo neoyorquino decidió hacer cambios drásticos en la posición de quarterback. Daniel Jones (DJ), quien comenzó como titular, fue relegado en la alineación hasta ser el cuarto en la fila y finalmente liberado del equipo.
Mientras tanto, Tommy DeVito, el tercer quarterback, asumió la titularidad en la derrota del domingo. Esta decisión estuvo motivada en gran parte por razones financieras y no necesariamente por el nivel de juego. El contrato de DJ incluía una cláusula de $23 millones garantizados en caso de lesión para 2025; ésto representaba un riesgo para el equipo si continuaba jugando.
La medida generó controversia, dividiendo opiniones dentro y fuera del vestidor. Por un lado, el entrenador
Brian Daboll defendió públicamente que la decisión era “deportiva” y aseguró que “la química del equipo seguía intacta”.
Por otro lado, varios jugadores expresaron su desacuerdo, calificándola de "pura política financiera" y criticando directamente la gestión con comentarios como: “¡Qué demonios están haciendo!”.
¡Pobres fans! ¡Qué culpa tienen ellos de la gestión de sus directivos! Es entendible que hay malas rachas y pésimas decisiones, pero la manera de manejarlas es una diferencia. Así como los Gigantes de Nueva York están pasando por estos momentos, lo mismo nos puede pasar a nosotros.
En las organizaciones, los rumores y la percepción de decisiones arbitrarias suelen generar dudas y erosionar la química del equipo más rápido que el propio impacto del cambio. Ante ello, la comunicación es clave. No se trata sólo de explicar el qué se está haciendo, sino el porqué. Compartir el contexto detrás de una decisión, aun si no es popular, ayuda a los equipos a sentirse respetados y considerados. Además, la transparencia debe ir acompañada de empatía: reconocer el impacto humano de estas decisiones y ofrecer apoyo donde sea posible generar una cultura de resiliencia. ¿A qué le tienes miedo? Todo es comunicación.
Estos momentos son una prueba de liderazgo. Los líderes que enfrentan las adversidades con honestidad y claridad no solo preservan la confianza, sino que la fortalecen, creando un entorno donde las personas están más dispuestas a comprometerse con la visión organizacional, incluso en tiempos difíciles. ¡No te escondas!
Cuando se toman decisiones difíciles, es fundamental reconocer que las personas no son solo "recursos". Cada individuo aporta valor único, y administrarlos implica balancear necesidades organizacionales con un enfoque humano. Esto significa evaluar más allá del desempeño inmediato y considerar el potencial a largo plazo. Al preservar la dignidad de los afectados, se busca mantener la moral de quienes permanecen. Es mejor “reorientar estrategias” que “reducir costos”.
¿Tú qué hubieras hecho con Daniel Jones y con el resto del equipo? Espero que algo diferente. Recuerda, un buen líder: se prueba momentos difíciles, comunica, crea empatía y cuida la dignidad de sus colaboradores.