El pasado lunes terminó el famoso “March Madness”; el torneo de basketball universitario masculino de la NCAA (Asociación Nacional Atlética Universitaria) de Estados Unidos. Se celebra cada año en marzo y abril.
En la gran final, los Lagartos de Florida vencieron 65 a 63 a los Pumas de Houston para alzar el campeonato; observando las estadísticas del campeón, vi un dato que capturó mi atención, de 6 juegos disputados, los últimos 5, dieron “la vuelta” tras ir perdiendo:
Dieciseisavos de Final (R-of-32): Perdía por 6 contra el #8 UConn
Octavos de Final (Sweet 16): Perdía por 3 contra el #4 Maryland
Cuartos de Final (Elite 8): Perdía por 10 contra el #3 Texas Tech
Semifinal (Final Four): Perdía por 9 contra el #1 Auburn
Final (Title Game): Perdía por 12 contra el #1 Houston
Como dato, el equipo de Houston lideró el partido final por 30 minutos y 44 segundos, mientras que los campeones 1 minuto y 4 segundos. ¡Increíble! ¡Todos unos Lagartos feroces!
Todo ésto, me recordó que no siempre arrancamos ganando. Hay días, proyectos, o incluso años que parecen cuesta arriba. No importa cuánto tiempo vayas perdiendo, mientras sigas en el juego, puedes remontar. Es clave estar allí, en ese momento, mantenerse en el juego. ¡Sé persistente! Tendrás tu oportunidad.
La clave está en no bajar los brazos. El impulso nace muchas veces del lugar más incómodo: la adversidad despierta al carácter, y cuando un equipo —o una persona— se rehúsa a rendirse, puede cambiar la historia. Lo importante es tener la convicción de que el marcador es solo un momento, no el resultado final. ¡No bajes los brazos!
Recuerda, el liderazgo no se mide por cuánto tiempo vas al frente, sino por cómo respondes cuando vas atrás. En nuestras organizaciones y vidas personales, habrá muchas veces en que no tengamos el control, pero si seguimos ejecutando con claridad, pasión y confianza, el minuto que nos toque liderar puede ser suficiente para ganar. ¿Estás listo para llegar allí?