Esta semana, el mundo del deporte nos regaló dos momentos que, más allá del resultado, nos invitan a reflexionar sobre una de las culturas más admiradas del planeta: la cultura japonesa. Discreta pero firme, silenciosa pero profunda, la forma de actuar de los japoneses ha cruzado fronteras y se ha vuelto ejemplo. Su presencia en los deportes no solo es técnica o competitiva: es ética, emocional y profundamente humana. ¿Qué podemos aprender de ellos?
Tan solo en esta semana, vimos dos eventos que lo demuestran.
Shohei Ohtani, no solo batea y lanza... también lidera con inteligencia emocional.
El pasado martes, en un juego tenso entre los Dodgers de Los Ángeles y los Padres de San Diego, el ambiente se tornó hostil: bancas vaciadas, empujones, expulsiones y tensión en aumento.
En medio de este caos, Shohei Ohtani recibió un pelotazo intencional en la espalda por parte del pitcher Robert Suárez, luego de un altercado previo con Fernando Tatis Jr.
Sin embargo, Ohtani no cayó en provocaciones. Se levantó, hizo un gesto con la mano para detener a sus compañeros y evitar que la situación escalara. Luego se acercó de forma amistosa al dugout rival.
Y como si eso no bastara, horas después subió una imagen del momento en redes sociales, acompañada de fotos de su perro. Serenidad, autocontrol y un mensaje claro: se puede ganar sin confrontar.
El Urawa Reds, un equipo que también sabe perder con dignidad.
En el Mundial de Clubes de la FIFA, el Urawa Red Diamonds cayó 2-1 ante el Inter de Milán.
Podían haberse retirado rápidamente, esconderse tras la frustración o justificar su eliminación. Pero no. Los jugadores se acercaron a las gradas y, con una reverencia profunda, pidieron disculpas a su afición. Un gesto que conmovió a muchos: lágrimas, gorras quitadas, respeto mutuo.
La reverencia fue mucho más que un protocolo. Fue una declaración: sabemos que fallamos, valoramos su apoyo, y reconocemos que les debemos algo. En tiempos donde perder suele asociarse con excusas, los Reds mostraron entereza.
Estos dos eventos no son aislados. Son expresiones de una misma raíz: una cultura que entiende que el carácter se forja no solo en la victoria, sino sobre todo en la forma de actuar ante la adversidad.
En momentos de tensión, muchos gritan o golpean. Pocos logran pausar, pensar y actuar desde la inteligencia emocional. Ohtani nos recuerda que controlar los impulsos no es debilidad, es poder. En nuestras empresas o familias, liderar también implica saber cuándo detener una confrontación para no perder lo esencial. ¡Genio!
La reverencia del Urawa Reds no fue un acto teatral. Fue una muestra de rendición de cuentas ante quienes los siguen. En un mundo donde es más fácil justificar que aceptar errores, este gesto fortalece la confianza. Decir "fallamos" de frente, humaniza y genera vínculos más sólidos. ¡Cracks!
Japón nos enseña que la grandeza no solo se celebra al ganar. Se construye en la manera en que tratas a tu rival, a tu equipo y a tu comunidad. Las formas importan… y mucho. Mantener la compostura, el respeto y la humildad incluso en los momentos difíciles, es lo que realmente marca a los grandes.
Esta semana no solo vimos deporte. Vimos humanidad. Vimos cómo la cultura puede atravesar la cancha y dejar una huella que va mucho más allá del marcador. Japón no solo compite: inspira.
Arigato, Japón.