¿Te suena Tim Tebow, Johnny Manziel, Matt Leinart, Robert Griffin III? ¿Quieres algunos más recientes? ¿Mac Jones, Zach Wilson, Justin Fields, Trey Lance? Todos ellos son ejemplos de grandes quarterbacks (QB) de Fútbol Americano Colegial que han dejado mucho que desear en la NFL. Ellos tienen récords personales y títulos en su carrera universitaria; lo contrario en su etapa de profesional. Equipos que han apostado por su talento, han “desperdiciado” una selección del Draft.
No es casualidad que el novato, C.J. Stroud, actual QB de los Texanos de Houston y segunda selección del último draft, sea serio candidato a ser no sólo el Novato del Año, si no el MVP de la Liga, por arriba de Patrick Mahomes y otras estrellas por la tremenda temporada que está dando liderando a su equipo.
La transición de quarterbacks universitarios a la NFL no es fácil:
Los sistemas de juego difieren significativamente entre ambas ligas.
La velocidad del juego en la NFL es generalmente más rápida que en el fútbol americano universitario; dándole tener menos tiempo para tomar decisiones y ejecutar jugadas al QB.
En la liga profesional, se enfrentan a defensas mucho más talentosas y complejas que las que se encuentran en el ámbito universitario.
La presión y las expectativas son considerablemente mayores que en la universidad.
Aunque muchos son atletas talentosos, algunos pueden necesitar trabajar en aspectos específicos de su juego, como la precisión en los pases, la lectura de defensas avanzadas y la adaptación a diferentes estilos de juego.
La adaptabilidad surge como un tema central. La capacidad de adaptarse a nuevas circunstancias, cambios en el entorno y desafíos inesperados es crucial tanto en el campo de juego como en la vida. En nuestras vidas, esta virtud nos permite superar obstáculos, aprender de experiencias pasadas y evolucionar con el tiempo. Como dice Charles Darwin: “No es la especie más fuerte la que sobrevive, ni la más inteligente, sino la que más responde a los cambios”.
El aprendizaje continuo se revela como otra piedra angular. Así como los jugadores deben mantenerse actualizados con las tácticas y estrategias en evolución en el fútbol americano, en nuestras vidas debemos abrazar el desarrollo constante. La disposición a aprender, ya sea a través de la educación formal o de experiencias diarias, es esencial para enfrentar los desafíos y crecer como individuos. ¡No te vayas a “oxidar”!
Tanto en el deporte como en la vida, enfrentamos adversidades que requieren una mentalidad fuerte y la voluntad de perseverar. La resiliencia nos empodera para superar los obstáculos y seguir adelante, incluso cuando las cosas se ponen difíciles. ¡Be strong!
El manejo de la presión es otra habilidad transferible. En nuestras vidas, también nos encontramos con momentos de presión en el trabajo, en relaciones personales y en otros aspectos. La gestión efectiva de la presión contribuye a decisiones más claras y a un rendimiento más consistente.
En resumen, la adaptabilidad, el aprendizaje continuo, la resiliencia, el manejo de la presión, la confianza en uno mismo y el desarrollo integral son elementos clave que nos permiten no solo enfrentar, sino también prosperar en el complejo juego de la vida. ¿Eres como C.J. Stroud o como Tim Tebow? ¿Qué estás haciendo para evolucionar a tu siguiente versión?