Hace algunos meses, fuimos testigos de que Checo Pérez dejó de ser piloto de la escudería de Red Bull. Días después, Liam Lawson, joven piloto neozelandés, fue anunciado como su reemplazo para la temporada 2025, generando expectativas por su actitud desafiante y confianza desbordada… pero la cosa no ha estado fácil para él.
Tras solamente dos Grandes Premios y una Sprint en la temporada de Fórmula 1 2025, el neozelandés no tiene un solo punto, lo cual es lo menos grave, el verdadero problema es que no ha tenido una sola sesión medianamente decente.
En Prácticas ocupa los últimos lugares (P16, P17, P20 en Australia y P20 en China), mientras que las Qualys ha estado peor, al no pasar de la Q1 y quedar último dos veces en China, tanto en Sprint como carrera, con su mejor calificación en P18 de Australia.
“No vengo a hacer amigos, vengo a ganar”, “Es frustrante ver a pilotos que no dan resultados”, “No creo en estilos de manejo”… Estas son algunas de las frases que se le oyeron a Lawson antes de empezar la temporada.
Lawson se encontró con una realidad más compleja: manejar el RB21, un monoplaza extremadamente exigente y diseñado para un estilo de manejo de Max Verstappen (piloto #1 de Red Bull), no era tarea sencilla. Su frase “no tengo tiempo para adaptarme” reflejaba no sólo urgencia, sino frustración.
Todo ésto, ha puesto a los directivos de Red Bull a cuestionar su continuidad como piloto de la escudería y están evaluando “cortar sus alas”.
¡Hay Lawson! No que “muy muy”... calladito te veías mas bonito.
"Del dicho al hecho hay mucho trecho” dicen por allí. Recordemos, la boca cobra facturas. ¿Cuántas veces, en el afán de proyectar seguridad o posicionarnos rápidamente, caemos en la trampa de hablar antes de demostrar? El silencio estratégico puede ser más poderoso que el discurso altisonante. ¡Cuida lo que dices! ¡Tus palabras te pueden perseguir!
Por cierto, el talento necesita contexto. Tener habilidades destacadas no garantiza el éxito si el entorno no está alineado con tu forma de trabajar o aprender. En este caso, el coche está hecho a la medida para Verstappen, y dominarlo implica no solo técnica, sino años de experiencia y un nivel de sintonía casi quirúrgico. Lo mismo ocurre en empresas o equipos: a veces insertamos a alguien con altísimo potencial en un sistema que lo ahoga, en lugar de uno que lo expanda. No es casualidad que algunos brillan en una organización y en otra se diluyen. ¡No está fácil!
Por último, subestimar los retos es tan peligroso como sobreestimarse a uno mismo. Cada nivel tiene sus propias reglas no escritas. En el ámbito profesional, esto se traduce en líderes que asumen nuevos roles creyendo que las habilidades previas bastan, sin reconocer las nuevas exigencias del puesto, del equipo o del mercado. Esa ceguera de confianza puede costar caro. ¡No te confies! HUMILDAD.
Lo que vivimos con Liam Lawson nos enseña a cuidar lo que decimos y vivir con humildad. ¿Tú lo haces? Ten cuidado, no te vayan a “cortar las alas” como están analizando a este piloto.