Este fin de semana fue un día especial para todos los mexicano; se celebró el Gran Premio de México, donde miles teníamos la expectativa muy alta para el piloto Sergio “Checo” Pérez… y en tan sólo 17 segundos se esfumó el sueño de todos nosotros.
Tras iniciar en quinta posición, el mexicano arrancó mejor que sus rivales, rápidamente dejó atrás a Daniel Riccardo y Carlos Sainz, cuarto y tercero respectivamente.
En cuestión de segundos, en la parte final de la recta principal del Autódromo Hermanos Rodríguez, su compañero Max Verstappen y él, habían rebasado al líder, Charles Leclerc, uno por la derecha y otro por la izquierda, haciendo un “sándwich” a éste.
Al llegar a la frenada de la curva, Checo pretendió rodear a Leclerc y al cerrarse el ángulo, tocó el lado de su auto con éste; se levantó por los aires, dejando con serios daños su coche que no le permitió seguir con la carrera.
Verstappen ganó la carrera, seguido de Lewis Hamilton, quien se acercó a Pérez en el segundo lugar de la clasificación general a tan sólo 20 puntos, dejando abierta la competencia para esa posición, con tres Premios que restan de la temporada.
El mexicano vio la oportunidad y se lanzó. Arriesgo y pagó el precio. Entre el apoyo de los miles de mexicanos, la presión de conseguir resultados en su escudería y la adrenalina de ganar el Gran Premio de su país, a Pérez le ganaron sus emociones. Todos las sentimos, sin embargo, cada uno reacciona diferente.
Para un piloto de la Fórmula 1 y para cualquier persona, el control de las emociones es esencial para una mejor toma de decisiones. Ayuda a mantener la claridad y la eficacia en situaciones desafiantes, lo que en última instancia contribuye al éxito del líder y su equipo. Por ejemplo, tomar una decisión tras un enojo o con ira, es muy probable que nos equivoquemos. “¡Cuenta hasta 10!” Es importante tomarte el tiempo necesario, para no “nublar” nuestra conclusión y mantener objetividad.
Recuerda, en el manejo de nuestras emociones no se trata de que las reprimamos, sino de que las identifiquemos y reconozcamos, así como de tener la capacidad de darles un significado y gestionarlas de forma adaptativa y adecuada. No es fácil; el control de las emociones es una habilidad que se puede desarrollar con práctica y conciencia.
Fomentar la autorreflexión, manejar el estrés, crear empatía con los demás, practicar la paciencia y hasta contar un mentor / psicólogo son algunas maneras que nos ayudan a controlar nuestras emociones.
¿Pudo Sergio aguantar, quedarse en tercero o cuarto lugar tras la primera vuelta y subirse al podio al final de la carrera? El mexicano claramente expresó que lo volvería hacer, ¿pero se le olvidó el segundo lugar general de la temporada? ¡Tranquilo Checo! No sacrifiques tu temporada por un Gran Premio. Así cómo él, se nos presentarán oportunidades con emociones de por medio, ¿estás preparado para mantenerte ecuánime y objetivo? ¿Sueles controlarte? ¿Qué estás haciendo para mejorar?