Estamos en la recta final de las Olimpiadas, las cuales nos han regalado varios récords mundiales y olímpicos… no del todo en la natación. Te cuento un poco más:
En París 2024 se rompieron 4 récords mundiales y 21 récords olímpicos, muy por debajo de competencias anteriores.
Londres 2012 tuvo 9 récords mundiales y 25 récords olímpicos.
Río 2016 tuvo 8 récords mundiales y 23 récords olímpicos.
Tokio 2020 contó con 6 récords mundiales y 33 récords olímpicos.
Adicionalmente, varias competiciones con grandes atletas que se esperaban unos “tiempazos”, no fueron el caso.
Los medallistas de oro en los eventos de 200 metros estilo libre masculino y 100 metros pecho masculino registraron los tiempos ganadores más lentos desde los Juegos Olímpicos de 2000 y 2004, respectivamente.
Los 400 metros estilo libre femeninos, entre Katie Ledecky, Ariarne Titmus y Summer McIntosh, terminaron con más de dos segundos detrás del tiempo récord.
El principal culpable, la alberca… es “muy lenta”.
Esta alberca es temporal, está ubicada en La Défense Arena (Estadio de Rugby), la cual es más superficial (2.15 metros de profundidad) que las de competencia típica (3 metros de profundidad), lo que provoca que el agua esté más agitada, frenando a los nadadores.
En albercas más profundas, hay más espacio para que el agua se disperse y se estabilice, resultando en tiempos más rápidos.
Adicionalmente, un oficial citó la presencia de muchas cámaras subacuáticas como otro factor que reduce el espacio para que el agua se estabilice.
Sin embargo, a pesar de ella, muchos nadadores no están preocupados, expresando: "Los tiempos no importan. Todo se trata de la posición."
¡Quel problème! Gran escenario para las competiciones pero los récords quedaron en el olvido. Ante esa adversidad, los atletas se adaptaron para buscar la mejor posición a pesar del tiempo. Buenos mensajes para nosotros.
¡Hay cosas que están en nuestro control y otras que no! Nos preocupamos demasiado por lo que no podemos cambiar, pero debemos enfocarnos en lo que sí podemos controlar: nuestras acciones y reacciones. Independientemente de las circunstancias externas, debemos de entregarnos al 100. Recuerda, no podemos cambiar ciertos factores, pero sí podemos controlar nuestro esfuerzo y actitud. ¡Qué esperas!
Para cualquier decisión hay que considerar los factores externos; los cuales pueden favorecer o no los resultados. Es importante reconocer y estar conscientes de ellos para gestionarlos de una mejor manera. Marco regulatorio, ambiental, fiscal y otros son algunos que debemos considerar. ¿Estás consciente de cuáles son los tuyos?
En resumen, cada uno de los nadadores competían en la misma “cancha”. Como todo lo profesional que son, se enfocaron en sus acciones, evaluaron y se adaptaron a las circunstancias externas y se concentraron en el resultado. ¿Lo mismo estás haciendo tú?