Una Chamarra de Aire
Simplificar es innovar
A menos de 80 días para los Juegos Olímpicos de Invierno en Italia, Nike anunció esta semana la nueva chamarra oficial (“Air Milano”) de Team USA… que se infla con aire. Literal. Aire. Sí, así como lo lees: aire atrapado entre dos capas de tela. Y aquí es donde empieza la historia:
No usa plumas. No usa Thinsulate. No usa fibras espaciales. Usa aire.
Un pequeño pump eléctrico puede inflarla en 15 segundos. Al jalar un tab, se desinfla igual de rápido.
Desinflada: parece un rompevientos.
Inflada: se convierte en una puffer de gama olímpica.
Para desarrollarla, Nike hizo 380 horas de pruebas en Colorado, donde los atletas corrieron, esquiaron, subieron pendientes y pedalearon a temperaturas bajo cero.
Y después de años estudiando el comportamiento humano en condiciones extremas, concluyeron algo contundente: El mejor aislante del mundo… es el aire.
Vivimos rodeados de productos que quieren ser más complejos que los anteriores: más funciones, más pasos, más botones, más procesos. Parece que si no agregas, no estás innovando. Pero Nike no agregó nada. Al contrario, regresó a lo esencial.
Según un estudio del MIT, el 45% de las innovaciones más relevantes de los últimos 50 años surgieron no de agregar, sino de simplificar soluciones existentes.
Y eso coincide con una de mis frases favoritas de Bruce Lee: “It’s not the daily increase but daily decrease. Hack away at the unessential.” La innovación real, muchas veces, empieza quitando.
En una chamarra “puffer” tradicional, entre más relleno cargas, más limitado te vuelves. Lo mismo pasa en los equipos: demasiadas reglas, demasiadas juntas, demasiados filtros. La gente deja de avanzar porque carga con un “traje” demasiado pesado.
Los mejores atletas —y los mejores líderes— saben moverse ligeros. Saben ajustar: detectan cuándo inflar… y cuándo desinflar.
Nike tardó años en descubrir que la respuesta era el aire. Pero el aire siempre estuvo ahí. En la vida profesional nos pasa igual. Buscamos al consultor más caro o al proceso más complejo, cuando la respuesta estaba enfrente, esperando ser simplificada.
Según Harvard, el 72% de las empresas que escalan lo hacen optimizando lo que ya tienen, no reinventando la rueda. No es magia: es claridad.
El atleta podrá modificar su chamarra en segundos: si el viento arrecia, la infla; si necesita velocidad, la desinfla; si sube la montaña, ajusta; si baja, vuelve a ajustar.
Esa es exactamente la diferencia entre una organización lenta y una organización ágil: la capacidad de ajustar a tiempo. Inflar estructura cuando hace falta orden. Desinflarla cuando hace falta velocidad. La pregunta es inevitable: ¿tu organización tiene esa capacidad de ajuste?
Cierro con esto… en una era donde todo parece necesitar más complejidad para “verse innovador”, Nike nos recordó que lo verdaderamente innovador no siempre se encuentra en lo nuevo… sino en lo simple.
Quizá todos necesitamos nuestro propio “Air Milano”. Algo que podamos inflar cuando necesitamos protección… y desinflar cuando necesitamos avanzar más rápido.
Porque la simplicidad, como decía Da Vinci, “es la máxima sofisticación.”
Y como en el deporte, en los negocios y en la vida misma: No gana quien carga más. Gana quien respira mejor.

