Hace apenas una semana, el tenis volvió a regalarnos una de las finales más esperadas: Carlos Alcaraz venció a Jannik Sinner en la final del US Open. No era la primera vez: ya van tres finales de Grand Slam en este 2025 donde se han enfrentado los dos mejores del mundo. Y cada duelo, lejos de desgastarlos, parece elevarlos todavía más.
De hecho, el dominio de estos jugadores es abrumador: en los últimos ocho Grand Slams (2024 y 2025), al menos uno de los dos ha terminado levantando el trofeo. Son la dupla que está marcando una era y que, con apenas 22 y 23 años, ya tomaron la batuta de Roger Federer, Rafael Nadal y Novak Djokovic.
La rivalidad entre Alcaraz y Sinner está marcada por lo mejor del deporte: intensidad dentro de la cancha, respeto y hasta amistad fuera de ella. “Somos enemigos cuando entramos a la cancha, pero todo termina cuando nos saludamos al final”, dijo Alcaraz tras levantar el trofeo en Nueva York. Dejando algo muy en claro: los rivales no tienen que ser enemigos para siempre.
Los psicólogos organizacionales lo dicen claro: tu mayor rival puede ser, al mismo tiempo, tu mayor aliado. Adam Grant lo resume así: “La competencia correcta puede impulsarte a ser mejor”. De hecho, la ciencia lo confirma: un estudio de la Universidad de Nueva York mostró que corredores mejoraban su tiempo hasta 5 segundos por kilómetro cuando competían contra alguien a quien consideraban rival.
El secreto está en la perspectiva: si ves a tu rival como amenaza, puedes caer en la trampa de la envidia, los atajos o la hostilidad. Pero si lo ves como compañero de en esta etapa, entonces la competencia se vuelve gasolina para crecer.
La relación entre Alcaraz y Sinner funciona porque no se obsesionan con cada derrota ni se ciegan con cada victoria. Lo entienden como una carrera de largo plazo, un capítulo más de una historia. No buscan destruir al otro: buscan superarlo. Y en el proceso, ambos se elevan.
Ese respeto mutuo es lo que permite que, aun perdiendo, ganen. Porque saben que lo importante no es solo levantar el trofeo, sino tener enfrente a alguien que te obligue a ser mejor de lo que eras ayer.
En nuestra vida profesional y personal pasa igual. Siempre habrá alguien a quien vemos como “la referencia”: ese coworker que gana el proyecto, el amigo que avanza más rápido, el competidor que innova antes que tú. La pregunta es: ¿nos bloquea o nos inspira? ¿Lo ves como amenaza o como motor?
El reto es aprender a convivir con la rivalidad de forma sana: reconocer al otro, respetarlo y dejar que esa competencia nos haga crecer. No todos los días se gana, pero todos los días podemos avanzar si entendemos que el rival, muchas veces, es nuestro mejor espejo.
El tenis nos deja una lección que vale para cualquiera de nosotros: los rivales no son obstáculos, son catalizadores. Alcaraz y Sinner nos muestran que la grandeza no se construye en soledad, sino en compañía de alguien que te empuje más allá de tus límites.
Al final, como en esa foto del saludo en la red tras el partido, lo que queda no es solo el marcador. Queda el respeto, la admiración y la certeza de que la verdadera victoria está en nunca dejar de crecer.